2016. Suena el teléfono y es el centro de salud. La chica muy amablemente me dice que han llegado los resultados de mi citología y que debo volver para comprobar el diagnóstico.
-¿El qué? ¿Porqué? ¿Qué me pasa? ¡Sólo era una revisión normal!
– Tranquila, no te preocupes, te doy hora y hablas con la ginecóloga.
En la consulta me cuentan que ha salido el resultado alterado y que es necesario realizar otra citología para mandar a analizar con más detalle. Hay sospecha de células precancerosas, «no te preocupes, puede ser VPH y casi todas las mujeres con una vida sexual activa lo pasan alguna vez en su vida». Ella, impasible, como cuando te cuentan que puede ser que suba el pan y mi cerebro gritando PRE-CAN-CE-RO-SAS. Me viene el llanto, el susto recorre mi cuerpo, no me puedo mover ni hablar y solamente tengo ganas de gritarle: ¡Para con el puto dibujito de los cojones, joder! Mírame, necesito que me veas, me cuentes como si fuera la primera vez que escucho estas palabras y no hagas como que es normal todo, porque para mi no lo es. En lugar de eso me quedo muda, en silencio escuchando el latido acelerado de mi corazón y no entiendo una mierda de lo que me está contando.
– Pero… ¿tengo cáncer en el cuello del útero?
– Nooo mujer, es que os poneis muy nerviosas rápido.
A los días llega el resultado con VPH positivo y me citan de nuevo para hacer una biopsia. Antes me cuenta la situación, los virus que han detectado y me vuelve a hacer un dibujo de la lesión: no entiendo nada de lo que me cuenta porque es que no soy médico y no sé el significado de las palabras.
– Bueno, vamos a hacer una cosa, quítate la ropa y tiéndete en la camilla. Sobretodo tranquila porque si te pones nerviosa es peor y parece que no me estás escuchando.
Ah! Mucho mejor, claro, conecto el botón de TRANQUI CRIS y se pasa todo (nótese la ironía).
Tumbada en la camilla me doy cuenta que tiene una pantalla bastante grande a su altura, se ve bien la imágen y le pido por favor que me deje verla, seguro que me va a servir más ver en directo lo que me pasa que no el putodibujitodeloscojones.
Me empieza a contar lo que vemos en pantalla y de repente todo se tiñe de rojo, un dolor interno increíble, sin avisarme me ha hecho una biopsia. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no me has avisado? ‘ Es que te pones muy nerviosa y a veces es mejor no dar tiempo’. No se da cuenta que eso ha sido muy agresivo y poco empático, igual sin voluntad, pero es una mala gestión. Entiendo que la salud pública está saturada y que tienen de todo menos tiempo, pero la verdad, en ese momento me da igual.
Empieza un ciclo de revisiones semestrales, cada una de ellas con actitudes bastante paternalistas y ofensivas hacia mi persona. Cada visita es atendida por un profesional diferente y, por lo tanto, con recomendaciones distintas según su visión. No lo veo claro y recurro a diferentes profesionales de salud y variedad de técnicas buscando entender mi VPH e intentando encontrar soluciones complementarias a las sugerencias ginecológicas.
A pesar que cada vez que iba a la consulta era una decepción, no me salté ni un control. Jamás.
La medicina occidental no contempla la íntima relación entre nuestra salud mental con nuestra vagina, ni cómo la raíz de estas enfermedades incurables más allá del tratamiento de sus síntomas, son conflictos no resueltos ligados a nuestra emocionalidad o son la somatización de conflictos pasados.
En el proceso entendí que estaba manteniendo vínculos sexo-afectivos porque se supone que una mujer libre tiene que tener relaciones periódicamente para tener una buena salud sexual. Da igual el deseo, los límites a veces se pierden. Y yo simplemente necesitaba estar conmigo misma, encontrar la necesidad de tocarme y reinventar mi sexualidad, ser mi propio deseo más allá de que otra personas me deseara.
Mi vagina no es simplemente un órgano sexual, reproductivo o urinario. Es la puerta de entrada a mi matriz, la que está unida a mi neocórtex y me habla sobre mis emociones. Pasé por varias terapias que me ayudaron a complementar el proceso de quemar las lesiones, tratar las verrugas, seguí con los tratamientos hasta que dejaron de aparecer, pero logré sanar y detener el ciclo crónico escuchando a mi matriz y la información que tenia el VPH para mi.
Me tragué enteros todos los libros de Ginecología al Natural que encontré, fui a terapia, kinesiologia, cambié mi dieta, aprendí a poner límites, a escuchar a mi vagina y a sentarme a conversar con el virus. Hice trabajo con el huevo medicina y conocí a grandes mujeres, sabias de la salud sexual de la mujer, recuperé la danza y la conexión con mi cuerpo, aprendí herbolaria y puse mi voluntad en ello.
Mi crónica no tiene nada de especial, únicamente me sentí bastante sola, incomprendida y con una prescripción médica que no podía cumplir: haz vida normal y tu cuerpo sanará.
Ojalá yo en ese momento hubiera tenido el espacio de compartir con una igual, con alguien que ha pasado lo mismo que yo y que se ha dedicado al estudio de la complejidad del virus del papiloma humano. Ojalá ninguna mujer vuelva a pasar por esa incertidumbre sola. Ojalá el VPH deje de ser visto com lo que tienen las mujeres por ser promiscuas, por ejercer su libertad sexual, porque la culpa judeocristiana sigue planeando por esos lares.
Ojalá ningún médico le diga a su paciente con VPH ‘deja de leer y decir boludeces, túmbate’ cuando vaya a la consulta con sus registros, con consignas claras sobre su ciclo y con preguntas curiosas que la ayudaran a curarse.
De esa etapa nace Doula VPH, con un rezo para todas las mujeres que lleguen con ese diagnóstico en su vagina: que todas podamos entender lo que nos pasa, que aprendamos a cuidarnos con las plantas y que podamos ordenar las memorias albergadas en nuestra matriz.